Cristianos en Política

Cristianos asesinados en la República Democrática del Congo 

Un nuevo episodio de violencia sacudió el este de la República Democrática del Congo el pasado 27 de julio, cuando un grupo armado vinculado a las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) atacó una iglesia católica en la localidad de Komanda, en la provincia de Ituri. Según estimaciones de autoridades locales y fuentes de seguridad citadas por la agencia AFP y la emisora Radio Okapi (respaldada por Naciones Unidas), el ataque dejó al menos 40 personas asesinadas.

El hecho ocurrió durante la madrugada, mientras un grupo de fieles se encontraba reunido en oración. Los atacantes ingresaron al templo y a viviendas cercanas utilizando machetes y armas de fuego. Además de las víctimas fatales, también se registraron incendios en varias casas y comercios del área.

Las ADF, grupo rebelde de origen ugandés que en los últimos años ha jurado lealtad al Estado Islámico, opera en la zona fronteriza entre Uganda y Congo y ha sido responsable de numerosas masacres contra la población civil. Este nuevo atentado se suma a una larga lista de episodios violentos atribuidos a esta milicia. Solo dos semanas antes, otro ataque del mismo grupo en la zona de Irumu provocó la muerte de 66 personas.

El portavoz del Ejército congoleño en Ituri, teniente Jules Ngongo, confirmó a la agencia Associated Press que los responsables del ataque llegaron desde una base a unos doce kilómetros de Komanda y se retiraron antes del arribo de las fuerzas de seguridad.

Desde la comunidad internacional, diversas voces condenaron el hecho. El ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Antonio Tajani, expresó a través de un comunicado oficial su repudio al ataque, señalando que “los lugares de culto deben ser siempre preservados y la libertad religiosa protegida”.

El accionar de las ADF ha ganado notoriedad en los últimos años no solo por su nivel de violencia, sino también por su creciente radicalización ideológica. Originalmente formado por exrebeldes musulmanes en Uganda, el grupo ha intensificado sus vínculos con células extremistas internacionales y ha adoptado tácticas propias del terrorismo transnacional.

Uno de los episodios previos más recordados fue el ataque perpetrado a comienzos del año pasado en la región de Baeti, también en el este del país, donde ocho personas fueron asesinadas –cinco de ellas mientras rezaban– y otras más fueron tomadas como rehenes.

Con este nuevo atentado, el conflicto armado en el este congoleño vuelve a estar en el centro de las preocupaciones humanitarias y de seguridad, en una región donde la presencia del Estado es débil y donde la población civil continúa pagando el precio más alto de la violencia estructural que azota al país desde hace décadas.