Brasil, históricamente identificado como el país con la mayor población católica del mundo, está atravesando una transformación religiosa de gran magnitud. De acuerdo con investigaciones recientes, se prevé que para el año 2030 los evangélicos superen en número a los católicos, convirtiéndose en el grupo religioso dominante en la nación.
En el corazón del país sudamericano, donde la cultura está impregnada de samba y celebraciones como el carnaval, se está produciendo un cambio espiritual significativo. El sociólogo brasileño Dr. José Alves advierte: “Estamos ante un giro importante en el panorama religioso de Brasil”.
Durante gran parte del siglo XX, el catolicismo fue la fe predominante. Emblemas como el Cristo Redentor en Río de Janeiro y la imponente Catedral de Brasilia simbolizan esta tradición. Sin embargo, las cifras muestran una caída sostenida. “En 1950, el 93% de los brasileños se declaraban católicos”, explica Alves. “Desde 1991, esa proporción disminuye alrededor del 1% cada año”.
En paralelo, el movimiento evangélico ha crecido de forma acelerada. Lo que comenzó como una minoría religiosa se ha convertido en una fuerza expansiva, con millas de nuevas iglesias surgiendo en todo el país. Según estimaciones, cada día se abren alrededor de 17 congregaciones evangélicas nuevas.
Pastores de distintas regiones confirman este crecimiento. André Fernandes, líder de la Iglesia de Lagoinha en São Paulo, afirma: “Estamos viviendo un tiempo profetizado desde hace años: un despertar espiritual que está impactando a toda la nación”.
En el norte del país, en la región amazónica, el pastor Lourival Pereira ha formado una red de más de 10.000 miembros distribuidos en cientos de pequeños grupos. “La clave de nuestro crecimiento está en las células. Reuniones caseras donde la fe se vive con cercanía”, dice Pereira.
En Brasilia, el pastor JB Carvalho comenzó su ministerio con solo 25 personas en 2003. Hoy lidera una congregación de más de 12.000 personas en la capital y 15.000 más en Fortaleza.
Uno de los pastores más conocidos es Silas Malafaia, cuya iglesia en Río de Janeiro reúne a más de 100.000 fieles. “En unos siete años, los evangélicos seremos mayoría en el país”, afirma. Actualmente, representan aproximadamente el 35% de la población.
Este crecimiento no solo se refleja en los templos, sino también en la política. Marcelo Crivella, exalcalde de Río de Janeiro y pastor evangélico, indica que más del 30% del Congreso está conformado por legisladores evangélicos. “Somos más de 140 diputados y al menos 20 senadores comprometidos con los valores cristianos”, asegura.
La espiritualidad también ha permeado otras esferas del gobierno. Celina Leão, vicegobernadora de Brasilia, relata cómo las reuniones de oración se han trasladado desde el Congreso hasta la sede del poder ejecutivo local: “Cada mes, abrimos las puertas de la gobernación para orar juntos”.
El movimiento evangélico comenzó a ganar fuerza con la llegada de las primeras iglesias en 1922. Para 1990, ya existían más de 7.000 congregaciones. Tres décadas después, el número supera las 110.000.
Para figuras como Ezenete Rodrigues, líder en intercesión, este cambio tiene raíces profundas en la oración. “La intercesión constante ha sido el motor de este despertar. Sembramos en oración durante años y ahora vemos los frutos”, comenta.
Uno de los elementos más influyentes en este despertar ha sido la música cristiana contemporánea, especialmente la liderada por Ana Paula Valadão. Sus canciones marcaron un antes y un después en el culto brasileño, con mensajes centrados en la adoración, la transformación y la sanidad espiritual. “Quería que cada letra tuviera intención. Que cada melodía contribuira a cambiar la nación”, expresa Valadão.
Sus conciertos masivos rivalizaron con eventos como el carnaval o los partidos de fútbol, reuniendo multitudes que buscaban una experiencia espiritual. Incluso dentro del catolicismo, muchos templos han adoptado un estilo más contemporáneo y participativo en sus celebraciones para atraer a fieles que migraron hacia las iglesias evangélicas.
El padre Antonio Luiz Catelan Ferreira, de la Catedral de São Sebastião en Río de Janeiro, confirma esta adaptación: “Muchos católicos están regresando porque ahora las celebraciones son más vivas, más cercanas a lo que experimentaban en iglesias evangélicas”.
A medida que esta transición continúa, la pregunta ya no es si los católicos seguirán siendo mayoría en Brasil, sino qué tan pronto serán superados por los evangélicos. Y todo apunta a que será antes de lo previsto.